lunes, 3 de enero de 2011

Spotify y la elasticidad de la demanda

Existe un concepto muy interesante en economía que se denomina elasticidad demanda-precio o simplemente elasticidad de la demanda y que estudia como es de sensible la demanda de un consumidor ante variaciones infinitesimales en el precio de un bien. Es un hecho contrastado que ante un mismo bien no todos los consumidores son igual de sensibles a las variaciones en el precio de dicho bien, es decir, en los términos económicos en los que estamos hablando, no tienen la misma elasticidad de demanda.


Hay forofos que están dispuestos a pagar grandes cantidades por una entrada para un partido de fútbol, aficionados normales que solo pagarían el precio oficial y otra parte del público que solo asistiría a un partido si le regalasen la entrada. Son tres grupos de consumidores con elasticidades de demanda claramente distintas. Con los conciertos o las corridas de toros pasa exactamente lo mismo.


Fruto de la existencia de elasticidades de demanda distintas frente al establecimiento de un precio único para ese bien por parte del productor surgen los reventas: "Si hay gente que está dispuesta a pagar mas del precio oficial  ¿por qué no voy a aprovechar dicha oportunidad en mi beneficio?" se dice el reventa.


La solución para acabar con los reventas es tan sencilla como establecer tantos precios distintos del mismo bien como elasticidades de demanda claramente diferenciadas haya, es decir, para entendernos mejor, tantos precios distintos como tipos de consumidores. De ese modo el dinero que antes se embolsaba el reventa pasa ahora a las arcas del club, de la promotora de conciertos o del apoderado de la plaza de toros, es decir, a sus legítimos propietarios. Si no queremos hacer tan evidente ante el consumidor la discriminación de precios que estamos aplicando basta con ofrecerle un pequeño valor añadido (como por ejemplo una mejor visibilidad) a aquellos de nuestros clientes que están dispuestos a pagar nuestras entradas mucho mas caras. 


Lo que ocurre con los partidos de fútbol, corridas de toros y conciertos de música es extrapolable a la venta de discos. Hay fans que pagarían lo que fuera por conseguir determinado disco de su grupo favorito, consumidores que solo pagarían su precio normal y gente que si se lo regala un amigo por su cumpleaños pues bienvenido sea. 


Este hecho tampoco es completamente desconocido para las compañias discográficas. Así las ediciones para coleccionistas no dejan de encubrir una discriminación de precios para gente que está dispuesta a pagar mas por un mismo producto. Un pequeño incremento del valor añadido a través de la incorporación de contenidos extra se traduce en incrementos mucho mas grandes del precio, tan grandes como el consumidor está dispuesto a pagar.


Pero no todo son clientes que desean pagar mas, hay otro grupo de clientes, sobre todo para determinado tipo de bienes, como los contenidos digitales sin soporte físico, que lo que desean es precisamente pagar menos. Algunos, la mayoría para ser sinceros, desean pagar tan poco que el máximo precio que están dispuestos a pagar por un contenido digital sin soporte físico es cero.


Si el mercado oficial no atiende a esa demanda va a surgir un mercado negro paralelo que si que la va a atender. Surgen reventas para atender la demanda de aquellos consumidores que desean pagar mas pero surgen también reventas para atender la demanda de aquellos consumidores que desean pagar menos. A estos nuevos reventas la industria discográfica los denomina piratas pero siguen siendo reventas, solo que ahora en vez de vender mas caro en eBay venden mas barato en Rapidshare.


Aunque a primera vista pueda parecer paradójico que un consumidor que no desea pagar absolutamente nada pueda constituir un nicho de negocio para alguien, no lo es para nada en absoluto. Si surgen reventas para atender la demanda de ese grupo de consumidores es porque ese negocio existe. Y si existe para el pirata o reventa también existe para la industria discográfica.


¿Por qué puede constituir un cliente que no desea pagar nada por un producto un negocio para alguien?


Pues por las propias peculiaridades del producto que le estamos vendiendo (contenidos digitales sin soporte físico) y por la importancia de la publicidad en las sociedades y economías actuales. Nos encontramos ante un cliente que no desea pagar pero que tampoco nos cuesta nada, en tanto que el producto que le estamos vendiendo (copias digitales sin soporte físico) tampoco nos cuesta nada a nosotros. Mientras, estamos obteniendo a cambio beneficios indirectos provenientes de las empresas publicitarias que se dirigen a ese cliente a través de los anuncios expuestos en nuestras oficinas virtuales.


¿Por qué entonces la industria discográfica deja que sea el reventa o el pirata el que atienda esa demanda y exponga esos anuncios en lugar de hacerlo ella misma y dejando abandonado a su suerte tan importante nicho de mercado?


Pues porque se ha instalado en un modelo económico del pasado del que no sabe salir y es incapaz de ver mas allá de las posibilidades de ese caduco modelo. 


Acabar por tanto con uno u otro tipo de reventa es tan sencillo como vender tu mismo mas caro cuando un tipo determinado de público te lo pida y vender tu mismo mas barato (tan barato como cero + publicidad/tarifa premium + precio de la conexión a internet) cuando otro tipo determinado de público así te lo demande. Si existe beneficio económico para el reventa también existirá beneficio económico para ti. Tonto que eres si esa función no lo haces tú y dejas que lo hagan otros cuando el negocio es precisamente tuyo.


Por tanto no se trata de pedir medidas contra los piratas o reventas, medidas que están de antemano abocadas al fracaso, más cuando estamos hablando de copias digitales, sino de algo tan sencillo como ocupar ese hueco del mercado que no habías ocupado tú y que en consecuencia ha ocupado el reventa.


Hay una empresa que si que ha entendido ésto y es Spotify.


Spotify no hace otra cosa que ocupar ese hueco de mercado que no había ocupado nadie salvo el pirata o reventa, es decir, atiende la demanda de aquellos consumidores de contenidos digitales cuya elasticidad de demanda les lleva a querer pagar menos del precio oficial por los contenidos digitales sin soporte físico.


La propia Spotify, dentro de su oferta, también aplica discriminación de precios, creando así una tarifa normal gratuita financiada con publicidad y una tarifa premium con valor añadido adicional (desaparición de la publicidad, posibilidad de descargas, aplicaciones para el iPod, etc). Y lo hace porque dentro de los clientes que desean pagar menos hay clientes que desean pagar poco y clientes que desean no pagar nada. Atendamos pues sus deseos y pongamosles el precio que demandan con el premio (premium) de un pequeño valor añadido para aquellos clientes que desean pagar algo mas.


Ahora bien, estamos hablando de la industria discográfica, estamos hablando de Spotify pero no estamos hablando de los músicos.


¿Que sacan los músicos, los auténticos artífices de la música, de la situación actual?


Pues poco o muy poco. Spotify no es desde luego la solución a sus problemas. Para empezar van a percibir un porcentaje mínimo de Spotify por cada reproducción en streaming o descarga de una de sus obras. Del mismo modo no van a tener un control fiable sobre las estadísticas de dichas reproducciones y descargas puesto que Spotify puede maquillar y manipular datos en su propio beneficio como ya hacían de manera descarada las discográficas o la SGAE


La solución para los músicos pasa pues por asociarse y crear una empresa autogestionada con el mismo modelo de Spotify pero eliminando todos los intermediarios chupópteros existentes de por medio.


¿Y que es lo que están haciendo mientras tanto los músicos?


Pues nada, la mayoría no están haciendo absolutamente nada.


Peor aún, en vez dedicar su tiempo a crear esa asociación muchos músicos lo dedican a llamar ladrones y piratas a sus propios clientes mientras firman contratos cada vez peores con las compañias discográficas. No hablo de todos los creadores musicales (yo también soy creador musical) pero si de una buena parte de ellos.


Dichos músicos no son conscientes de que aquellos a los que llaman ladrones y piratas en base a teorías tan absurdas como la del lucro cesante son también, como acabamos de ver ahora mismo, sus poteciales clientes.  Es mas, la calidad de tu creación artística también influye sobre la elasticidad de la demanda. Si tu obra pasa de ser solo regular a ser buena o muy buena puedes conseguir un fan que se compre la edición para coleccionistas donde antes solo tenías a alguien que sólo se la descargaba de una página no autorizada de enlaces. Pero lo que no puedes pretender es que todo el mundo se compre tus obras completas, sean buenas o malas, a un único precio que has determinado de antemano. La gente se comprara caras las muy buenas, mas baratas las menos buenas y se descargará el resto de tu discografía de Internet. Incluso habrá obras tuyas que no se descargue ni gratis. Se trata de algo completamente inevitable y totalmente aceptado por la práctica totalidad de la sociedad. Es mas, los que dicen obrar de manera distinta son en realidad unos hipócritas.


Así que dejemos de buscar chivos expiatorios en nuestros propios clientes y aunemos fuerzas en formar esa asociación que nos permita hacer directamente a los verdaderos creadores esa actividad que ahora está realizando Spotify y antes realizaban los reventaspiratas.





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